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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Verdades como Puños


Vivimos en una sociedad en la que para triunfar bastaba con poner un ladrillo encima de otro, tener un par de contactos y construir casas en tu pueblo. Hasta ahora, el que tenía padrino entraba en política, sin más formación que la de “trepa todo lo que puedas”. Hemos construido una sociedad absurda, en la que hasta para ser barrendero pedíamos idiomas extranjeros y los de aquí, renunciaban al castellano. Las comunidades autónomas han jugado al “en mi casa todo más y mejor” y se han realizado obras y actuaciones innecesarias por el mero hecho de hacer una “inauguración con foto”. Se ha formado gente a granel buscando únicamente las estadísticas europeas para que no nos quitasen las subvenciones. En esta sociedad más de la mitad de población cobra de lo que genera el resto, resultado, desequilibrio. 


En resumen, el sistema predominante hasta el momento se articula inviable, para ayer, hoy y futuro. No sé qué tiene que cambiar, no soy economista, ni sociólogo, ni político. Lo que está claro es que somos nosotros, los que estamos metidos de lleno dentro de este sistema, a si que igual que en las civilizaciones antiguas se evocaban a las musas para la inspiración de las artes, que sean estas musas las que nos den creatividad suficiente para “campear” esta situación y cambiar.

jueves, 28 de octubre de 2010

Continuación 2/1

Me levanté, había una amplia pradera recubierta de adoquines. Sabía que era campo, porque entremedias se veía algo de vegetación. Miré hacia la izquierda y a la derecha, el horizonte se metía hacia arriba sin mucha explicación. Cuando volví a mirar a la izquierda había un suelo ajedrezado rojo y negro. Empecé a andar sobre él, la sensación era de seguridad. Caminé durante horas, o eso me pareció a mí. En el camino pasé varias gasolineras, algún prostíbulo y un par de parques – “Me podía haber parado a descansar” – pensé. Pero el caso es que no estaba cansado, de hecho, me sentía como hacía muchos años, joven y fuerte. En el aire silbó, como el sonido de una bala, un espejo que se dirigía hacia mí volando. Se paró delante de mí y me vi reflejado en él. Se veía mi cuerpo, mi pelo, mi ropa, pero no mi cara. Ahí fue donde descubrí que tenía una herida en el abdomen. No recordaba cómo me la había hecho. Me senté en un taburete de madera, alto, de esos de tasca de pueblo vieja. Miré a mí alrededor de nuevo.

Empecé a sentir nauseas, como de una borrachera horrible. Pero era como si no pudiese vomitar y quedarme tranquilo. Todo empezó a dar vueltas, se me petrificaron las extremidades, no podía moverme, cerré los ojos para intentar parar aquello, pero todo giraba más y más rápido. Apreté fuerte mis párpados y en mi cabeza resonó mi alarido de locura. Todo se paró.

Aun con los ojos cerrados la sensación era muy distinta. Me dolía el cuerpo y tenía frío. Me di cuenta que tenía el pelo mojado. Lo toqué con mis dedos e intenté abrir los ojos para verlo. El pelo lo tenía mojado de sangre roja, ¡mi sangre! Me sobresalté e intenté abrir los ojos más, pero un intenso dolor en la ceja izquierda no me dejaba. – “¿Ya volviste con los vivos?”  – Escuché cerca mía – “Por un momento pensé que eras tan nenaza que te me habías muerto de miedo. ¿Has hecho memoria de lo mío? “

Sabía que estaba allí desde hace un rato, pero seguía sin recordar porqué. Empecé a fijarme que olía a tabaco, pero no un tabaco cualquiera, era denso, muy denso… ¡Vaya tontería! Pensé al darme cuenta de que tenía cosas más importantes que fijarme en el olor a tabaco de la sala. El tío de la voz, al cual no conseguía ver la cara por las sombras de la lámpara, se acercó de nuevo hasta mí – “Mira esta foto, a lo mejor haces memoria”

En la imagen aparecía una casa grande, bonita y blanca, tenía la sensación de conocerla pero tenía lagunas. – “¿Yo vivo ahí?” – Balbuceé entre mis labios hinchados. – “¡Más quisieras tu…!” – La frase fue cortada por una segunda voz más grave que la otra, detrás de mí – “Ahí quien vive soy yo y lo que buscamos es mío”.

lunes, 20 de septiembre de 2010

CAPÍTULO 1


El teléfono sonó vacío, en la calle se escuchaban los repiques de las campanas anunciando el fin de un nefasto año y el comienzo de uno tal vez un poco peor, a través de lo que se podía deducir de mi situación. 

Tirado en el suelo, con la cara pegada el frío cemento de un garaje, un ojo hinchado y con el extraño tacto de la lengua rozando algunos dientes rotos. -“Mal día para querer dejar de fumar” pensé, mientras intentaba ver quien era ese sujeto cabrón que me tenía así. En un rincón, entre la lavadora y una estantería llena de cajas antiguas, estaba él, sentado en una silla y mirándome fijamente. -“Buenos días princesa” me dijo al ver que movía un poco la cabeza, - “pensé que a lo mejor tenía que darte un beso como a la bella durmiente”, sonrió a la vez que se ponía de pié y se dirigía hacia mí, con el pié me giró boca arriba, la luz blanca cegadora me hizo entrecerrar los ojos, -“Maldita sea”, pensé, “tengo medio cuerpo entumecido”, - “Creo que sigues teniendo algo mío” me dijo susurrándome al oído, en otra situación me habría puesto los pelos de punta, pero en ésta no, mas bien me daba asco sentir su aliento cerca de mi. Intenté recordar quien era ése tipejo y que tenía yo de él.

Lo último que recordaba era que haciendo la compra para celebrar el fin de año estaba enojado pues no encontraba por ningún sitio canela en rama, ni piñones, ingredientes principales para hacer una buena sopa de almendras, recuerdo que fui a la cajera, ésa chica tan amable que nunca me ha sonreído en los casi cuatro años que llevo viviendo en el barrio. Recuerdo que la pregunté y cuando estaba allí alguien me preguntó algo a mí, pero no adivino a saberlo.

-“Vamos, no te hagas el loco, mírame y dime donde lo tienes” me volvió a repetir el sujeto del garaje sacándome de mi trance recordatorio, pero no daba para más, no sabía a qué se refería. No había abierto la boca para decir “no me acuerdo” cuando el crujir de mis costillas al impacto de su puño con una cadena, me hizo tomar aire hondamente. – “¿Ves? No me estás ayudando”. La cabeza empezó a darme vueltas, la luz giraba entorno a mi como al astro sol, el suelo se movía como las olas del mar, me costaba respirar, sentía el corazón a cien y sin embargo sentía que la sangre no llenaba mi cuerpo, empecé a tener sueño, tanto, que de nada sirvieron los zarandeos del sujeto agarrado a mi pechera, me quedé dormido, medio en trance, medio muerto.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Historia de un Punto



“Tú no puedes estar ahí” 
Fue lo primero que escuchó al nacer, no sabía muy bien porque estaba ahí, ni sabía quiénes eran sus padres, ni su creador, solo sabía dónde estaba.

Se encontraba entre la palabra “mañana” y la preposición “ante”, punto no entendía nada, se hallaba en un lugar absurdo, sin sentido. De su poco tiempo de vida, observó más ampliamente su entorno, el estilo de letra era una Times New Roman normal, de tamaño 12, el contexto, para él no existía.

Le preguntó a la palabra “mañana” que significado tenía, le contestó que dependía del lugar que ocupase en la frase, no era lo mismo “mañana te veo” que “hasta mañana no nos vemos” Punto se intentó acercar a esta palabra, pero cuanta fue su sorpresa, que al aproximarse, ésta la desechó diciendo que ése no era su lugar, que un punto detrás de mañana, cambiaba la frase y no quería dejar de tener sentido.

Apenado y sudoroso el punto se acercó a la preposición. “Ante” tenía dudas de su existencia ¿A ti quien te ha puesto aquí? ¿Eres consciente de que tú ahí no debes estar? Punto le preguntó sobre la importancia de “ante” para su entorno.  Le explicó que pertenecía al selecto grupo de las preposiciones, privilegiados por poder dar sentido a las frases. Punto decidió preguntar a “ante” si quería ser acompañado por él, “ante” se enfadó mucho, le explicó que el solo con un punto perdía todo su ser y tendería a desaparecer.

Punto volvió a su lugar, no podía tener amistades porque siempre con él acaba algo, nunca podría ir por delante, siempre por detrás y estaba seguro de no poder separarse nunca de ser una bola redonda y asquerosa.

“Tú no puedes estar ahí” 
Volvió a escuchar, mientras, un puntero de ratón lo sujetó y lo trasladó rápidamente por encima del texto, todas las palabras lo miraban asustadas para que no cayera cerca de ellas, pero para punto ese era un viaje maravilloso, un vuelo fugaz por su mundo, por encima de todos, en el que podía leer las frases completas. Ahora todo tenía sentido, no sólo sabía lo que estaba antes y después de él, sino que también podía leer complejas composiciones de palabras.

“Ahí estarás mejor” 
Lo dejaron caer y punto llegó al lado de la palabra “mirada”, al otro lado no había nada, estaba el vacío más absoluto.

“Gracias por venir” 
Le dijo “mirada”, sin ti estaba desprotegida, sólo existía la inmensidad de una hoja en blanco. 

Punto estaba pletórico, se dio cuenta de que no había más orgullo para un punto que cerrar un texto, porque sin él, todo estaba desierto y desprotegido. Gracias a él tenía sentido todo lo demás anterior. Punto ahora formaba parte de algo grande y estaba tranquilo. El escritor, creador, artista o estudioso, lo necesitaba a él y sólo a él, porque sin un punto final, nada en un texto tiene sentido.

domingo, 22 de agosto de 2010

Arrancando esta aventura


Tenía que volver, después de un intento frustrante de controlar tumbr. me he decido por un Blog de verdad, (Sólo basta con ver el tiempo que lleva creado) para saber que tenía ganas de llevarlo a cabo.

¿Y que se podrá leer por aquí? Pues no se, un poco de todo, de mis inquietudes, escritos, esperanzas o sueños.

Arranca este Blog "Sentados para hablar" que desde hoy es mi hueco 2.0 y el tuyo si decides acompañarme. Bienvenido!!!